La cigüeña añil, de Roberto Ferrero Gómez

En este post os queremos compartir La cigüeña añil, una historia que narra el sueño de una niña que convive con una enfermedad rara y que quiere llamar la atención sobre la importancia de cómo afrontar las cosas sin prejuicios y con naturalidad, no es importante lo que nos pase, lo importante es cómo lo afrontamos.

La cigüeña añil.

Hola, me llamo Vehia y os voy a contar algo sobre mi familia.
Como cada lunes, mi mamá lleva a mi hermanan pequeña, Nalia, al médico, luego tiene que ir a gimnasia para estar más fuerte. También tiene que ir a un médico a practicar movimientos con la boca y lengua porque no la entendemos cuando habla. 

¿Por qué es especial la vida de mi hermana?

Un día, Papá y mamá nos explicaron a mi hermano Danel y a mí, que Naila tenía algo diferente, y que por eso le costaba más subir escaleras, comer ella sola, hablar como el resto de los niños de su edad y más cosas.
Parece ser que tiene una enfermedad rara. Y no hay pastillas, ni pomadas, ni inyecciones para curarla. Nadie sabe mucho sobre su enfermedad. Papá y mamá dijeron que iban a intentar que algún médico encontrara una pastilla o jarabe para que Nalia no sea tan diferente.

– Verás cariño, los bebés nuevos que llegan a las familias son traídos por una cigüeña de color blanco y negro, con patas largas y buen pico. Pues bien, la cigüeña que trajo a Naila era una cigüeña de color añil; tan diferente al resto, tan especial, tan bonita, tan única entre todas, que nos dejó una personita igual de diferente: especial, hermosa y única.

– ¡Qué raro! En ninguna foto de cigüeñas aparece la cigüeña añil – Exclamaba, y volvía a su posición en la ventana.

– Vehia, Fernando quiere hablar contigo.

– Fernando ha tenido un hermanito que tiene la misma enfermedad que tu hermana y…

En mi última revisión en el médico, me tuvieron que poner gafas porque no veía bien los dibujos ni las letras de la pizarra. A mí me encanta llevarlas. Pregunté entonces por qué tenía que llevar gafas y mis hermanos no, y papá me explicó que: las personas son todas diferentes entre sí y eso es lo que hace a cada uno especial.

En el cole, le conté a mis compañeros lo especial que era mi hermana. Todos me hablan bien de mi hermana, excepto Fernando. Él se ríe de Nalia y a mí no me gusta, así que le ignoro.

Le pregunté a mamá que por qué Naila era diferente.

Desde aquellas explicaciones, Vehia sintió una inquietud por ver en algún momento a aquella cigüeña añil. Tenía que preguntarle cosas, y quería saber por qué era tan diferente y tan rara, igual que Naila. No tardó en curiosear el libro de animales, y enseguida preguntó a Danel dónde se buscaban las cigüeñas.

Vehia pasaba horas y horas mirando por la ventana de su habitación, desde donde se podrían avistar en caso de que pasaran.
Vehia salió de su habitación apresuradamente a buscar a Danel: “¡La he visto! Ha pasado por mi ventana, se ha parado y me ha mirado”. ¡Era preciosa!, de un color tan diferente y tan espectacular que no podía dejar de mirarla, era especial y única, como me contó mamá…, ¡única y especial como Naila!

– ¿La has visto? 

– ¿A quién?- Preguntó su hermano.

– ¡A la cigüeña añil!

Con toda la delicadeza que pudo, al tiempo que le daba un beso en la mejilla, Danel le respondió:

-Vehia, te has dormido al sol de la ventana, apoyada en tu cojín, la cigüeña añil ha venido a visitarte en un dulce sueño.

-¡De eso nada! ¡Era real! La cigüeña me ha dicho que estaba de paso porque tenía que dejar a otro bebé especial en otro hogar.Y también me ha dicho que, a pesar de ser única, le gustaría ser del color de las otras cigüeñas, porque se siente observada y sola. Tengo que descubrir quién la pintó de ese color, cuándo se volvió añil, si puede ser del color de las otras cigüeñas o si hay más cigüeñas de ese color y dónde están. ¿Por qué aparecen sin llamarlas? Voy a buscar pistas, caminos, aunque nunca las hayan visto, están por algún sitio, y en cualquier momento podrían llegar a su casa con un bebé único y diferente como ellas y como Naila.

Mamá y Naila abrieron la puerta y entraron en casa, tras otro día duro y largo de ejercicios, cuidados y juegos terapéuticos. Vehia se dio cuenta de que no venían solas. Les acompañaba Fernando, su odioso compañero del colegio. Ella se indignó muchísimo: ¿cómo es posible que viniera con su hermana y su madre? Pero antes de que pudiera contestar, su madre le dijo:

– Esto… Vehia, yo… quiero disculparme por haber sido tan bruto todo este tiempo…, yo… – Y Fernando se puso a sollozar.

La madre de Vehia terminó la frase:
– ¡La cigüeña añil iba a tu casa! No te preocupes, yo te voy a ayudar todo lo que pueda, sé mucho.

El niño se sorprendió de la amabilidad de Vehia y sonrió.

-¡Mamá, tenemos que encontrar más cigüeñas añiles!

Vehia había tenido una gran idea: ¡encontrar más familias con niños especiales! Vehia le dijo a su hermana:

-Ven, Naila, ¿te gusta el color añil? He conocido a una cigüeña de ese color especial, es una cigüeña rara pero única, como tú.

¿Tú quieres ser de color añil?

Roberto Ferrero Gómez, escritor.

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