El método Montessori fue ideado por la educadora italiana María Montessori a finales del siglo XIX y principios del XX. Este método se caracteriza por poner énfasis en la actividad dirigida por el niño y la observación de su profesor. Éste último tendrá como finalidad adaptar el entorno de aprendizaje del niño a su nivel de desarrollo. El método nació con la idea de ayudar al niño a conseguir un desarrollo integral, tanto en sus capacidades intelectuales y físicas, como espirituales.
María Montessori basó este método educativo en la colaboración entre el adulto y el niño. En relación con la escuela, tenía claro que no se trataba de un lugar donde el maestro transmitía conocimientos, sino un lugar donde la inteligencia del niño se desarrollara a través de un trabajo libre con material didáctico especializado. Podemos resumir su filosofía en los siguientes principios básicos:
1. Una mente que todo lo absorbe.
Los niños tienen una mente con una extraordinaria capacidad para adquirir conocimientos. Aprenden de forma autónoma de los encuentros con las personas, con los objetos y con las situaciones propias de su ambiente.
En este contexto, los padres deben ayudar a sus hijos a desarrollar habilidades que les son innatas, como caminar, a través de la estimulación y creando un ambiente apropiado, uno de los factores más importantes para su desarrollo. Disponer de un ambiente sereno y estimulante desde el nacimiento del bebé es el primer paso para ayudarle a desarrollarse. Por tanto, es importante que el niño se exponga a muchas experiencias distintas. Desde las más sencillas, como un paseo por el bosque, a las más complejas, como asistir a un concierto, visitar una exposición de arte, entrar en el estudio de un escultor u observar cómo trabaja un ceramista.
2. Crear una habitación zen.
La habitación es un espacio que debe contener estímulos para el pequeño sin estar sobrecargada. Asimismo, debes cuidar la iluminación de su habitación, que debe ser tenue y que disponga de varios puntos de luz. Éstos deberían poder encenderse según sus necesidades. También se puede poner una luz nocturna o de transición, que se colocará debajo de la cama, para conseguir un efecto más suave. Las cortinas y las alfombras también deben tener colores y ser de tejidos suaves. ¿Y cuáles son los colores más adecuados? Podemos dejarle escoger a él.
3. Jugar para aprender.
Según el método Montessori, no existe diferencia entre juego y trabajo: para él todo es juego. Aún así hay que tener en cuenta los siguientes puntos:
– En el juego, hay que dejar al niño absolutamente libre para expresarse. Por ello, hay que escogerlo según su voluntad y orientarse en función de sus intereses.
– No hay que alterar al niño con demasiados estímulos.
– A menudo, no se acepta que el niño cometa errores. De este modo, el juego pierde su razón de ser, que consiste en ofrecer al pequeño la posibilidad de medirse con las diferentes situaciones. Déjale hacer e intervén solo si él requiere ayuda.
– Respetar el espacio recreativo del niño también contribuye a obtener su colaboración en otros momentos cruciales del día: el cambio, el baño, la hora de comer o la hora de dormir.
4. Cuentos poco fantasiosos.
El método Montessori recomienda contarle historias imaginativas y creativas, pero con personajes reales y objetos conocidos. De esta manera, el pequeño puede proyectarse a sí mismo en la historia, identificarse y construir su propia identidad.
5. Dejar que aprenda solito.
El mismo principio de dejar que el niño aprenda solo también se aplica al cuidado diario, como el aseo o la comida. Es aconsejable, según el método Montessori, que los padres no intervengan demasiado y dejen actuar al bebé.
Según los partidarios de esta escuela, los beneficios del método son innumerables si los comparamos con el sistema educativo que se aplica en la actualidad en la mayor parte de los jardines de infancia y colegios.
¿Conocías el «Método Montessori»? ¿Eres partidario/a de su aplicación? ¡Cuéntanoslo en los comentarios!
Este es un post tomado del blog My bebé y yo.
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