El problema no es de Whastapp

En las últimas semanas mucho se ha hablado y escrito acerca de Whatsapp y su última actualización, anticipando las terribles repercusiones que este «exceso de control» podría tener sobre el futuro y el bienestar de las intensas relaciones sociales y personales, que en la actualidad se forjan y mantienen a través de este medio. 

Desde su presentación, son cientos los usuarios que buscan la manera de engañar al sistema y evitar este control. Y muchos otros los que, con obsesión enfermiza, revisan la recepción y lectura de sus mensajes, generando una gran cantidad de hipótesis explicativas -casi siempre irracionales y distorsionadas- para justificar la ausencia de respuesta. Como siempre digo a mis pacientes, la función de nuestro cerebro es hacernos sobrevivir. Es por ello que responde ante nuestras preocupaciones, anticipando las posibles consecuencias negativas, catastrofistas o alarmantes con el fin de protegernos y dar respuesta a las mismas. Así, respondiendo a nuestro exceso de preocupación, tenderemos a creer que nuestra pareja no nos contesta porque nos está engañando con otra, que nuestra madre no lo hace porque ha tenido un grave accidente, que a nuestra amiga íntima no le caemos tan bien como creíamos, etc. Y como siempre, tendremos que ser nosotros quienes reduzcamos el nivel de preocupación que ciertos aspectos suponen, evitando obligar a nuestro cerebro a generar una alarma y una prevención innecesaria. 

Porque no es Whatsapp quien tiene un problema: ¡somos nosotros! Es nuestra necesidad generada, como dice Rafael Santandreu en su obra El arte de no amargarse la vida, de ser escuchados, atendidos, leídos, respondidos, gustados… y la ansiedad que no lograr satisfacer estas necesidades auto-impuestas genera. Consideramos necesario que los demás nos respondan, que den prioridad de respuesta y atención a nuestros mensajes. Cuando esto no ocurre, cuando nuestras expectativas acerca del receptor no se cumplen, nos sentimos defraudados y engañados. Y a un paso de que Whatsapp actualice de nuevo su sistema para permitir bloquear este doble check azul, como ya lo hizo en su día con el estado de conexión o la foto de perfil, permitiendo que nuestra actividad en su programa sea un poquito más privada, éste podría ser un buen momento para empezar a cuestionar que quizás somos nosotros quienes tenemos el problema, quienes hemos generado una necesidad de aceptación tal que puede llegar a generar problemas importantes de ansiedad, interfiriendo no sólo en nuestras relaciones personales y sociales sino también en nuestro bienestar y salud psicológica.

Silvia Tubío Laiño, psicóloga.

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